A fuego lento: donde nacen las ideas

¿Qué es la creatividad?

Si dejáramos de lado cualquier definición técnica, podríamos decir que la creatividad es algo vivo. Un territorio en movimiento, un espacio que podemos moldear, guiar o sesgar según nuestras propias experiencias.

Pero, si hablamos desde el corazón, la creatividad es nuestra capacidad de conectar ideas, conceptos y vivencias para darles una forma nueva.

Es una gran olla donde mezclamos ingredientes hasta encontrar nuestra propia receta.

Es una hoja en blanco donde todo es posible, donde nada está “mal” y cada trazo abre un nuevo camino.

¿Dónde la encuentro?

La creatividad está en todas partes. No vive solo en el arte ni pertenece exclusivamente a los artistas.

Podemos ser creativos al diseñar, al planear una estrategia, al resolver un problema o al encontrar nuevas maneras de comunicarnos.

Podemos ser creativos para innovar, para simplificar, para descubrir caminos distintos.

La creatividad habita en todos nosotros; la diferencia está en cuán dispuestos estamos a dejar que nos atraviese y guíe nuestras decisiones.

¿Cuándo aparece?

Las mejores ideas suelen llegar cuando no las estamos buscando.

Aparecen cuando nos relajamos, cuando bajamos la guardia, cuando simplemente estamos.

Crear requiere ir a fuego lento: preparar el espacio, poner orden, respirar.

Necesitamos tiempo para pensar con calidad, no solo con velocidad.

Desde el Laboratorio de Gaiki (gaiki.org) aprendimos el método exploración–ideación: una invitación a pensar antes de crear.

Sin embargo, en esta era acelerada, el tiempo puede ser nuestro mejor aliado o nuestro peor enemigo.

Cuando lo tenemos, las ideas fluyen; cuando no, sentimos que nos quedamos a medio camino.

En definitiva...

La creatividad, como todo músculo, necesita práctica.

Requiere constancia, espacio y audacia.

Porque crear no es solo tener ideas: es animarse a ponerlas en juego y ejercitarlas hasta que cobren vida.